¡Vaya que si tenía canguelos el bueno de Aniceto!... ¡La mar de canguelos!: que si el dragón, que si el bosque, que si la tía Carmen y el tío Leopoldo, que si el Parrisclisclás... ¡Yo qué sé...! Y la rata de dos patas, y lo de Miguel el tramposo, y lo de la cera... Pero Aniceto es un vencecanguelos, y un vencedificultades, y poco a poco se va dando cuenta de que, haciéndole frente, no es tan fiero el león como lo pintan.
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